domingo, 16 de junio de 2013

El verano

Si lo pienso bien, me doy cuenta de una cosa. Siempre digo "Ojalá estuviéramos en verano", "Estoy deseando que sea verano", pero, si lo pienso bien, no me gusta en absoluto. Vale, me gusta bañarme en la playa y en la piscina, jugar al voley playa, salir con mis amigos siempre que quiera... Pero, en realidad, no me gusta el verano en sí. Hay mosquitos por todas partes, llega la plaga de las gaviotas (que, quien las haya sufrido, sabe que son unos animales bastante molestos) y, sobre todo, hace muchísimo calor. En el sentido de la temperatura, lo cierto es que me gusta más el invierno; el frío se puede solucionar poniéndote mil capas de ropa, el calor solo tiene una solución: el aire acondicionado, que no te lo puedes llevar a todos lados.
La conclusión que yo he sacado de todo esto es que a mí no me gusta el verano, lo que a mí me gustan son las vacaciones. Y me daría igual si fueran en invierno, lo único que quiero son tres meses para descansar. Otra cosa de la que me he dado cuenta es lo mucho que participa en la vida de un estudiante el colegio, instituto, universidad o lo que sea. ¿Cómo es posible que la idea de descansar de las clases sea tan fuerte como para hacer que me guste una cosa que en principio odiaría? He dicho.

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